15 de març 2008

HIVERN DE 1944



Todo comenzó una soleada mañana de invierno de 1944, cuando el "Nyassa" fondeó frente al puerto de Haifa. Una vez esfumada la bruma matinal, apareció radiante la nueva ciudad hebrea coronada por el Carmelo, mientras que en su parte baja se distinguían los pintorescos barrios árabes resplandecientes bajo el sol invernal. Éramos unos 700 refugiados judíos, cada uno con su historia de peripecias, que habían llegado a su destino. Habíamos zarpado ocho días atrás de Cádiz en esa nave portuguesa, atravesado el turbulento Mediterráneo azotado no sólo por los temporales sino también por los vaivenes de la guerra.

Aquesta assolellada matinada que explica Moshé Yanai és la del primer de febrer de 1944, avui fa 64 anys. Darrera de la seva història, la història dels 753 refugiats restants, part d’ells agrupats a Càdis, provinents de Barcelona, i ajuntats amb els qui venien embarcats des de Lisboa

... A fines de 1942 corrió por Barcelona el rumor de que había llegado el representante de una organización judía. Nos dijeron que era un emisario de la JOINT llamado Samuel Sequerra, que había instalado su sede en el hotel Bristol. Se trataba de un judío observante de nacionalidad portuguesa, que fue enviado por esa organización para tratar de salvar a los judíos apátridas españoles, y los que llegaban atravesando clandestinamente los Pirineos. Nosotros no teníamos idea de lo que era esa entidad, pero se nos indicó que ayudaba a los judíos, y venía para enviar a Palestina a quienes estaban privados de libertad. Tenía certificados de inmigración de la escasa cuota que las autoridades británicas habían impuesto para el ingreso a ese país, y cada uno valía su peso en oro....

En una altre post explicaré les bambalines d’aquesta alià. Continuem:

... Traspasamos el piso por una suma irrisible, y vendimos todo lo que teníamos por unas pesetas. Y así emprendimos viaje hacia lo desconocido, hacia una Palestina de la que nada sabíamos. Llegó el día de la partida. En la estación central de Barcelona se aglomeró lo que parecía ser un enorme gentío. Era algo sorprendente: pareciera que toda la comunidad judía había llegado para despedirnos. Éramos varios centenares de personas y viajábamos en tren especial. Los últimos abrazos de despedida y el convoy se preparó a marchar. Entonces, como por encanto se escucharon las estrofas de una canción, de letra incomprensible, pero que algunos comenzaron a entonar visiblemente emocionados. Sólo después supimos que era "La Esperanza", la que ardía en todos los corazones, para lograr un futuro mejor. Y la melodía que debería convertirse en el himno nacional de Israel.

Después de una breve estada en Madrid, en donde se agregaron otros refugiados, reanudamos el viaje hacia el sur. Nuestro destino era Cádiz, en donde nos alojaron en un modesto hotel.

Cap el 23 de gener el vaixell surt de Càdis i s’encamina cap a la Terra Promesa...


..... Pasada la primera impresión de la llegada a Haifa, se acercó al barco una lancha con una gran bandera inglesa flameando al viento. Todos comenzamos a aplaudir y vitorear, puesto que para nosotros esa insignia era un símbolo de democracia y libertad. Los marinos británicos quedaron un tanto sorprendidos, pues no acostumbraban ser recibidos en forma tan cordial. Todo por el contrario, la población judía, el yishuv, estaba abiertamente contra ellos. Y los militares ingleses eran el blanco de los extremistas que los acosaban incesantemente...

Luego de fondear en Haifa, el barco amarró y bajamos a tierra... Escoltados por soldados armados nos hicieron subir a toscos autobuses, y algunas mujeres se acercaron para decirnos algo en una lengua incomprensible. Nos hablaban sonriendo y con otros gestos de bienvenida en el hebreo renacido que nadie entendía. Y nos ofrecieron naranjas y una suerte de turrón al que llamaban jalva.

... Comenzamos a viajar y una hora más tarde llegamos a un campamento militar. Guardias por todas partes, altas vallas con rollos de alambre de púas en lo alto que impresionaron tan severamente a quienes acababan de recobrar la libertad. Habíamos arribado al campo militar de Atlit, el centro principal de recepción de inmigrantes del país. Lo primero que hicieron, fue separar a los varones de las mujeres. Nos instalamos en largos barracones, como en los campos de concentración. Eso de por sí ya creó confusión y cierto recelo. A qué se debía ese tratamiento tan poco cordial. Aunque el ambiente estaba cargado, los optimistas estimaban que se debía a una norma que debía ser cumplida. Nos aseamos y los mayores fueron objeto de largos interrogatorios. Aunque eran inmigrantes legales, las autoridades sospechaban de todo judío que ingresara en el país.

Aquests immigrants, legals, van a raure al famós Atlit britànic, el camp d’internament situat al sud d’Haifa, ja explicat en un post anterior. La història d’aquest jueu, nascut a Barcelona l’any 1930, estreny els llaços entre Catalunya/Espanya amb Israel, com l’estreny el vaixell, el Nyassa, que va portar centenars de republicans espanyols cap a Mèxic, en tres viatges al llarg de 1942. En el segon viatge, el Nyassa havia estat noliejat per un comitè jueu que no va poder completar el nombre de viatgers i fou utilitzat pels republicans espanyols.

Les aigües de la Mediterranea tenen, encara, moltes històries, recents, abans no restin engollides per l’oblit, entre elles les històries paral·leles de refugiats espanyols i de jueus perseguits que solcaven aigües idèntiques i els mateixos vaixells, uns cap a l’exili, d’altres cap a una nova batalla incerta embranzits per l’esperança, aquesta esperança que oneja, de bell nou, a la Terra d’Israel.

ICB